
Vivimos en un mundo cambiante, exigente, implacable por la velocidad que nos impone, en el que los profesionales somos escrupulosamente examinados y estamos siempre sometidos a las demandas de objetivos, clientes o el propio mercado. Decir todo esto es una enorme obviedad, pero no por ello menos cierta. Nuestro entorno no es tolerante ni complaciente, bien al contrario es riguroso con nuestras capacidades, pidiendo siempre más. ¿Representa esta certeza un inconveniente? Creo que no. Es cierto que ese alto nivel de exigencia competencial nos obliga a estar permanentemente actualizados, abiertos a nuevos aprendizajes y con una clara vocación de desaprender para aprender de nuevo. Es preciso sustituir conocimientos o capacidades obsoletas por otras nuevas, más acordes con los tiempos que corren. Esta etapa de incertidumbre proporciona grandes oportunidades como profesionales y nos permite seguir evolucionando y potenciando nuestro desarrollo a lo largo de toda nuestra vida profesional. Hay que sustituir competencias que en el pasado fueron garantía de éxito pero que en la actualidad sólo nos permiten alcanzar la mediocridad.
El triunfo profesional viene de la mano de la proactividad ante el cambio, la flexibilidad, la resiliencia o la capacidad de reinventarse.
¿Qué podemos hacer cuando el mundo parece convertirse en un lugar hostil, rodeados de obstáculos y donde nuestros proyectos han fracasado o no han cumplido nuestras expectativas? Es entonces cuando hay que buscar en nuestro interior, sacudir el talento que estaba adormecido y ponerlo a trabajar. El mundo que nos rodea pide que pongamos encima de la mesa nuestra capacidad de observación y análisis, inteligencia, y creatividad. La mezcla de todas ellas nos marcará el camino a seguir venciendo temores y potenciando nuestra competencia de resolución de problemas. Nuestra inteligencia y capacidad de aprendizaje es ilimitada, solo hay que ponerla a prueba. La zona de confort es un agradable lugar en el que estamos cómodos pero donde no hay crecimiento, donde no hay retos, donde falta la ilusión. Debemos atrevernos a salir de ahí, a mirar la vida con determinación y certeza, pero no de forma ilusa, sino sabiendo que estamos preparados, que disponemos de las competencias y facultades que el mercado o nuestro propio proyecto nos exigirá en cada caso.
Piensa detenidamente en lo que quieres y no en lo que tienes, y marca el itinerario que debes seguir para alcanzar tu meta. Tienes que tratar de alcanzar las fortalezas que necesitas y tal vez aún no posees. Además de seguir el camino correcto para intentar alcanzar el éxito lograrás una enorme satisfacción personal con tu propio esfuerzo y sacrificio, y nada hay más potente para aumentar la autoestima, que es además la base intrínseca de nuestra motivación.
La etimología nos da una pista más. “Exitus” en latín significa salida. Es decir es el resultado de una acción o emprendimiento acertado.
Atrévete a triunfar.
Es estimulante tu mensaje que a pesar que ya todos lo sabemos, siempre hace falta refrescar y animar a seguir adelante, dándonos aplausos nosotros mismos por los avances logrados, no claudicando en cada barrera que se nos presente y sobre todo……..creer en lo que hacemos!
Gracias.