
El emprendimiento en la mente de un profesional senior, es más que una aventura apasionante.
Escucho a menudo de personas que están empezando a desarrollar su idea de emprendimiento, la dificultad para encontrar socios en sus comienzos.
Sin embargo, también se oye decir que “tres es multitud…. Generalmente esta duda proviene de la propia naturaleza humana. Ante un futuro incierto, el ser humano busca asociación para sentirse protegido, pero cuando consigue algo, le asaltan los miedos a perderlo, a que “se lo quiten”.
El emprendimiento en la mente de un profesional senior, es más que una aventura apasionante. Supera al sentimiento ambicioso de enriquecerse rápidamente, incluso a la inexorable necesidad de sobrevivir. Yo diría que es vocacional. Y aunque pueda parecer algo cursi, creo que tiene un contenido místico especial: el gusto por desarrollar algo propio y la satisfacción de dejar un rasgo peculiar y distintivo de la persona en sus obras.
Es verdad, suena etéreo, pero no debeos confundirlo con altruísmo. El emprendimiento es una creación empresarial en toda regla, cuyo objetivo es el lucro a más o menos largo plazo.
Cuando el emprendedor inicia su camino, atraviesa la fase realista donde se percata de que él solo, no tiene los conocimientos específicos y profundos del producto o servicio que pretende crear. Y el paso lógico es buscar asesoramiento experto para crear las bases de su futuro negocio.
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Hasta este momento, el emprendedor se sentirá tranquilo, seguro y confiado de que podrá cubrir todos los aspectos necesarios para tener éxito. Sin embargo, cuando el embrión comience a tener vida propia, empiece a moverse y a crecer, aparecerá un nuevo factor que es el TIEMPO.
Observamos que la idea inicial, ya transformada en algo tangible empieza a demandar muchas otras actividades para garantizar su crecimiento sano. Esas actividades, estarán relacionadas con aprovisionamiento, compras, logística, mercadotecnia, finanzas, fiscalidad, etc… Y todas ellas son grandes consumidoras de TIEMPO, por lo que nuestro emprendedor identificará nuevas necesidades más o menos complejas. En esta fase de estrés temporal, los colaboradores serán necesarios: algunas organizaciones están preparadas para ofrecer -previo pago- algunos de los servicios importantes, sin embargo, existen otro tipo de colaboradores que estarán dispuestos a compartir sus ideas o capacidades sin exigir nada a cambio.
Estos colaboradores se encuentran fácilmente entre antiguos compañeros con las mismas inquietudes, amistades cercanas que quieren ayudar, etc. Y ellos nos sacarán temporalmente de las presiones de tiempo que la acumulación de actividades nos pueda generar.
En resumen, tras haber puesto individualmente todas las piezas de la maquinaria e iniciar nuestro recorrido empresarial y dependiendo de la idea que vayamos a desarrollar, parece lógico pensar que hacerlo SOLO pueda ser excesivo. Y entonces nos vendrán a la mente los nuevos actores: SOCIOS.
Existen diferentes tipos de socios y sociedades: Inversores, Tecnológicos, Operativos, Comunidad de Bienes, Sociedad Civil o Colectiva y Sociedad Comanditaria Simple. Esta es una de las primeras preguntas que debe resolver el emprendedor, y en España no resulta sencilla de responder por el gran número de variantes que la actual legislación contempla.
Sin duda, es una decisión para la que hay que contar la opinión de un experto. Pero para arrojar luz a las primeras deliberaciones, debemos conocer los puntos más importantes de cada una de ellas, haciendo especial hincapié en la inversión inicial y en las responsabilidades jurídicas y sobre el patrimonio que pueden conllevar.
Pero al margen de la clase de organización y la definición jurídica del socio, me gustaría terminar con una importante reflexión:
¿Qué perfil debe tener mi/s socio/s?
Un socio ideal deberá compartir mi pasión por el proyecto, tener afinidades con mi idea de emprendimiento, creer en el proyecto como creo yo.
¿Se imaginan algún conflicto teniendo socios sin esas características, pero con intensos lazos familiares, diferentes intereses económicos o políticas empresariales?
Evaluemos al posible socio/a como persona, no como herramienta empresarial. Siempre irá mejor.
Autor Antonio Castellanos.