Los miembros de la actual generación baby boom, son hijos de unos padres que vivieron y sufrieron tiempos duros, incluidos unos años en los que se libraron las peores guerras conocidas hasta la fecha. A base de mucho esfuerzo, optimismo y espíritu de protección a la familia, esos padres consiguieron superar unas situaciones terribles en muchos aspectos.
Desde el punto de vista económico y laboral, muchos de ellos tuvieron que decidirse por echar adelante en la vida con pocos recursos económicos e importantes carencias de formación profesional. Estos héroes comprobaron que debían dedicarse a tareas, de forma casi individual, o con un acompañamiento mínimo, trabajando como los actuales autónomos, en oficios que requerían mucho trabajo y con los que se obtenían pocos resultados económicos. Para acabar de condenar esta alternativa de trabajar por cuenta propia, los pocos que conseguían algún éxito destacado pasaban a denominarse empresarios, a los que se tildaba de forma general, como opresores, ladrones e injustos.
Por otra parte, algunos afortunados, debido a que habían podido conseguir unos buenos niveles de formación – accedían a trabajos por cuenta ajena – como funcionarios o directivos en empresas públicas o en algunas pocas multinacionales. En estos casos, el supuesto prestigio profesional y la retribución económica conseguidos eran francamente satisfactorios y, en muchas ocasiones, con un menor esfuerzo personal. Y todo ello sin plantearse ningún riesgo ni trabajo por cuenta propia.
Como consecuencia, y tratando de dar a sus hijos lo que creían mejor, los padres buscaban para sus hijos esos puestos de funcionarios y de directivos por cuenta ajena. Y a cambio transmitían la idea de que el emprendimiento era para aquellos que debían resignarse a una solución solo para sobrevivir o a tratar de llegar al éxito con métodos ilegales o inmorales.
Así, los baby boom recibieron la corriente de emprendimiento con una desconfianza tremenda, y a pesar de los cambios en los perfiles de los actuales jóvenes emprendedores y la satisfacción que tiene el poder dedicarse al tipo de trabajo que a cada cual le apasione, la necesidad de tener que arriesgar en una actividad por cuenta propia los paraliza.
“Las personas sobresalientes no son más que gente normal que decide salir de su zona de confort. La mayoría prefiere seguir siendo mediocre y no arriesgar”