Si eres un emprendedor, y ya has cumplido los 50, en esta etapa de la vida, con la experiencia profesional a las espaldas y los nuevos retos que queramos afrontar, no cabe duda de que en el campo de la planificación de las finanzas no debemos de olvidarnos de algunos factores importantes.
DINERO QUE NO NECESITO
Partiendo del concepto simplificado de que “Invertir es adquirir activos para que nos produzcan retornos”, independientemente de que estos retornos sean en forma de revalorización del propio activo o de las rentas que produzca, es evidente que necesitará un determinado periodo de tiempo para generarlos. Es por eso que, siempre tendremos que destinar a las inversiones dinero que no necesitemos. En nuestra planificación financiera, cada tipo de inversión la calificaremos como no disponible, durante el periodo de tiempo que hayamos estimado que necesitará para obtener los retornos deseados.
“TENER UN COLCHÓN”
Siguiendo la idea anterior, será muy importante, tener una parte de nuestro patrimonio financiero, que no varíe y que tenga liquidez, es decir que pueda disponer de él, sin penalización en cualquier momento. La mayoría de los expertos señalan que la cantidad óptima reservada para este fin tendría que oscilar entre los 12 y los 24 meses de nuestros gastos corrientes. Es decir, en función de cómo de probable sea que nuestra generación de ingresos disminuya, o haya disminuido de manera considerable, deberíamos de “poder sobrevivir” por lo menos entre 12 y 24 meses hasta tener una nueva fuente de ingresos recurrentes. Ni que decir tiene, que ese dinero deberá de tener “riesgo cero”.
ENTORNO ECONÓMICO O DE MERCADO
Antes de decidirnos por un activo concreto, es importante tener un mínimo conocimiento del entorno económico en general, pero sobre todo el que esté directamente relacionado con ese activo. Si decidimos invertir en Renta Variable – acciones de empresas -, no tendremos las mismas expectativas si nos encontramos en una fase de ciclo económico de crecimiento sostenido, que si estamos en una desaceleración o con posibilidades de entrar en una recesión. No hay que olvidar que algo tendremos que conocer del ámbito geográfico en el que se mueven esas empresas, el sector, si están endeudadas o no, cuál es su trato al accionista…etc.
Si hablamos de otro tipo de activo como el inmobiliario, será importante conocer cómo ha evolucionado el precio en los últimos años, si existen expectativas de crecimiento en la zona geográfica donde esté situado, demanda de alquiler, público objetivo en caso de tener que venderlo. No olvidemos que los nuevos desarrollos urbanísticos tanto destinados a vivienda residencial, como los turísticos, desconocemos si tendrán demanda o no.
En una planificación seria, hay que huir de las prisas, y sobre todo de “invertir de oídas”, es decir, adquirir un activo porque “ha subido mucho y va a seguir subiendo”, sin tomarnos el tiempo suficiente para analizar tales afirmaciones.
En general, no podemos ser expertos, y es imposible tener toda la información, pero cuanto más hayamos leído y nos hayamos formado al respecto, mayor criterio tendremos, para poder valorar si lo que nuestro asesor financiero, el agente inmobiliario, o el gestor de banca con quien valoremos nuestras inversiones a futuro, tiene o no tiene sentido.