Caminaba por mi Salamanca querida, donde dice mi reloj inteligente que doy unos 8.000 pasos al día, como lo hacía nuestro querido y admirado Don Miguel Unamuno, cuando me percaté que delante de mí, a paso parsimonioso y elegante, discurrían las mentes andantes de seis próceres de esta ciudad, todos jubilados, a la hora de