En diversas publicaciones y estadísticas a nivel no sólo nacional sino mundial, empieza a destacarse que hay más mayores de 50 años que están lanzándose a emprender. De hecho este tipo de emprendedores tienen más experiencia, conocimientos, contactos y algo más de dinero que los jóvenes, y así también están consiguiendo mas viabilidad en sus emprendimientos que los jóvenes, aunque los éxitos de película los consiguen unos pocos jóvenes muy arriesgados. Ayer mismo en la radio entrevistaban a los organizadores de un concurso de emprendimiento e innovación, patrocinado por prestigiosas multinacionales. Me llamó la atención una contestación a la pregunta del entrevistador: Supongo que los emprendedores/innovadores son gente muy joven. ¿Que edades tienen los que se presentan a vuestro programa?… El entrevistado rápidamente respondió: Pues mira la media de edad es superior a los 40 años. Me quedé muy impresionado cuando lo escuché. ¡Media superior a los 40 años!. Enseguida la cabeza empezó a hacer algunos números: Por cada uno que tenga 30 años, tiene que haber … ¡uno que tenga 60!
Comentando el tema de la entrevista de la radio con mi mujer me contó una historia que yo creo que puede estarse reproduciendo en varios sitios a la vez, y que no puedo ni quiero resistirme a contarla, para el beneficio y la admiración de muchos, entre los que me encuentro.
En la zona donde vivo hay un colegio normal, que está formado por chicos y chicas de todas las edades y procedencias familiares. Las familias que acuden están, fundamentalmente, constituidas por padres de clase media. Supongo que, como ocurre en muchos casos, varias de estas familias están siendo golpeadas muy seriamente por la crisis económica, que supone en muchos casos pérdidas de trabajos de los padres. Esta circunstancia se puede vivir de muchas formas pero lo apasionante es ver como las familias resurgen y se apoyan para salir adelante en estas y otras situaciones límite.
El origen de este caso es el de una familia con varios hijos que, yo imagino, se ha visto en la situación de tener que recortar gastos. El comedor del colegio, cuando se tienen varios hijos, es una de las partida a tener en cuenta. El problema es que, aunque la vivienda familiar pueda estar cerca del colegio, muchos padres están fuera de casa en sus respectivos trabajos.
Seguramente por casualidad, o como respuesta a algún imprevisto, los niños ya habían comido en días de colegio en casa de la abuela que estaba muy cerca del colegio. Para pasar de la “solución circunstancial” a la “solución permanente” solamente hay un paso. No se si fuera una sugerencia de la abuela buscando echar una mano, o si fueron los padres los que se lo propusieron, el caso es que la abuela accedió a hacerse cargo de la comida de sus nietos, con todo el compromiso que eso supone. No tengo duda de que esta tiene que ser una abuela con espíritu joven y ganas de ayudar a la familia.
La abuela vive muy cerca del colegio de manera que les prepara todos los días la comida, que no es una comida cualquiera, es comida casera de abuela y recién hecha, riquísima. Para los chicos es apetecible; para la abuela, además de mantenerla activa, es una gran satisfacción. Hasta ahí, no hay nada de extraordinario, bueno hay mucho de extraordinario, pero es que hemos tenido que habituarnos a cosas extraordinarias como esta, y las vemos como “normales”.
A lo largo de este tiempo, yo creo que mas de un amigo del colegio un poco despistado o descarriado con el tema de la comida sin resolver, ha debido comer en casa de de la abuela, lógicamente, ¡comida de abuela!.
El tema, ha traído cola. El caso es que poco a poco la cosa se ha ido animando hasta el punto de que varias madres, conocedoras del “chollo” que tenían los amigos de sus hijos, han pedido a la abuela que “aceptara nietos postizos” para que sus hijos también disfruten de comida de abuela.
Supongo que tras una negociación se pudo llegar a un acuerdo, o varios acuerdos, bastantes acuerdos, porque el caso es que la abuela acaba de abrir un local en las proximidades de su casa, y del colegio, donde está dando de comer a unos 40 jovenzuelos.
A mi esta me parece una historia fantástica, además de entrañable. No sé cuando terminaremos de salir de la crisis, pero de la crisis va a salir una marea de españoles con muchas ganas, con mucho empuje, dispuestos a resolverse los problemas y a ayudar a resolver problemas a otros.
Augusto Guitard