Denominamos ACTITUD 50.0 al estado en el que se posiciona la persona que participa en nuestros programas. Básicamente adopta la decisión de no ser sólo una persona pensadora sino realizadora, que combina su mejor faceta profesional y personal.
Queremos decir, a los mayores de 50 años, que no tomen una actitud pasiva, que no esperen en su casa a que les llamen para encontrar un trabajo. Tienen que pasar a una actitud proactiva.
Nosotros no vamos a enseñaros como encontrar trabajo por cuenta ajena, eso es otra especialidad y posiblemente fuera de vuestro alcance por las circunstancias actuales del mercado laboral, sino toda una metodología que los convierta en artífices de su futuro planeado. Que sepan que son emprendedores no que van a emprender.
No te vamos a dar un pez, te enseñamos a pescarlo. Y eso es un cambio de actitud para siempre en tu vida, ahora y si lo volvieras a necesitar, tienes un arma que utilizado con inteligencia, optimismo y paciencia, te dará siempre resultados.
Desde que un grupo de profesionales decidimos crear este nuevo concepto PROFESIONAL 50.0, estamos cada vez más contentos de ver que ocupa una posición nueva en nuestra sociedad, y es muy distinta de lo que existe hasta el momento.
Asociar esta fase de la vida con palabras tales como: lamentaciones, intransigencia, quejas de todo, resignación y, como mucho, actitud para disfrutar lo que nos ofrezca la vida (el llamado envejecimiento activo).
Esta etapa es la elegida para seleccionar proyectos, aportar nuestra experiencia, aprovechar nuestros contactos y amigos, saber aportar paciencia y reflexión, sin perder capacidad de emprender por si mismo o en colaboración con otros. Nos quedan 35 años de vida para seguir haciendo, somos una nueva juventud!!!
El 50.0 no busca el éxito como objetivo final, sino la realización. Nunca tratar de conseguirlo a toda costa.
El PROFESIONAL 50.0, puede haber perdido parte de su fuerza física, su agilidad de movimientos y su capacidad para utilizar al 100% los nuevos conocimientos – por ejemplo informáticos – que la rápida evolución de la ciencia nos impone en estos tiempos. Pero, simultáneamente, ha ido adquiriendo conocimiento de sí mismo, de lo que sabe o de lo que necesita pedir ayuda. Gente, conocidos y amigos, en los que puede descansar para pedir ayuda y para fiarse de sus consejos.
Tiene más paciencia para esperar que las cosas sucedan y no abortar buenos proyectos por el deseo de que se traduzcan en resultados inmediatos. Más y más experiencia, lo que le permite evitar errores de los que aprendió al haberlos cometido o ver a otros que los cometieron. Y tantas otras cualidades que, como ha ocurrido en todas las civilizaciones menos en la nuestra – que así va – han estimado en mucho sus Consejos de Sabios o Ancianos, incluso cuando la fuerza para acudir a las guerras o defenderse de los enemigos, daba una clara importancia al joven y su faceta física.
En todo caso es clara una conclusión, nada garantiza poder conseguir lo que uno quiere, hay un factor que está fuera de nuestro control y que debemos tener en cuenta para no desesperarnos o no prometer a nadie lo que no podemos hacer. Este factor unos lo denominarán suerte, otros azar, otros la conjunción de los astros, otros los dioses y otros la providencia. En todos los casos, debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano hacer, manteniendo nuestros valores y principios, y aceptando que pueden no salir las cosas como queremos, ¡¡¡pero sin dejar de intentarlo siempre!!!
Para triunfar hay que ser valiente; para ser valiente hay que arriesgar; y para arriesgar hay que tener tolerancia al fracaso y al error. Las cosas sólo se descubren por ensayo y error, a base de probar una y otra vez de mil formas hasta ser capaces de dar con la combinación que abre la caja fuerte. Las cosas rara vez salen bien a la primera: hay que fallar cien golpes en la herradura para acertar una vez en el clavo.