
Leyendo en el día de hoy un post sobre la necesidad de contar siempre a tu lado con un crítico o consultor que con veracidad y sinceridad te ponga frente al espejo me ha venido a la memoria una herramienta fundamental en el Desarrollo Personal que es la “introspección”, o la capacidad de autoanálisis de los propios procesos mentales. Es una inspección o auditoría interna que nos permite realizar indagaciones para realizar una nueva valoración y tiene como consecuencia la posibilidad de interrumpir los automatismos propios que tanto nos dominan y deciden, “los prontos”, como diría mi abuela: “Es que tienes un pronto hijo mío que…!!!
Thichener lo describió como una experiencia consciente de elementos sensoriales internos, es decir, que no precisa de referencias externas.
Es una capacidad de la mente que pocos ejercitan e incluso conocen.
Cuando eres un 50pro tienes acumuladas experiencias y has acumulado automatismos y memoria en abundancia. Cultura, educación, experiencias, hábitos, costumbres han conformado los automatismos mentales que diseñan respuestas en modo reacción, que, como “prontos” a veces son muy limitativos pues luego te arrepientes de lo que has hecho y no querías hacer. “Lo siento, lo siento mucho, lo he hecho sin querer”, nos pasamos la vida diciendo.
A quien le parezca un esnobismo de los habituales de este siglo convendría recordar la propuesta de PLATON “Por qué no con calma y paciencia revisar nuestros propios pensamientos y examinar a fondo y ver lo que estos aspectos en nosotros realmente son?.
Todo comienza con la ESCUCHA ACTIVA y la ATENCION PLENA a nuestra mente. Y muchas veces encontramos procesos, pensamientos, sensaciones, que no nos gustan, que desearíamos no tener y que rechazamos y por ello dejamos de prestar atención y escucha, necesitamos no pensar, y, como no pensar es imposible, necesitamos no ser conscientes de lo que pensamos y entonces buscamos el ruido de fondo, el entrenamiento que permita no estar a solas conmigo mismo nunca.
Cuando dejamos el trabajo, cuando ya no tenemos ese frenético ritmo vital impuesto por una sociedad en continuo reto y movimiento surge la posibilidad de darnos cuenta, de tomar conciencia de quienes somos y entonces, y en algunos casos, lo que encuentro no me gusta y comienza una lucha conmigo mismo, un desaliento, una desazón vital de no saber quien soy, pues hasta ahora no me había prestado atención, pues hasta ahora sólo me habían enseñado a “tener” y “hacer” y no me habían enseñado a SER.
La INTROSPECCION como el gran observador, como el observador desapegado que nos ayudará a contemplarnos sin juicio, sin etiquetas y que nos reportará información que solo nosotros podremos comprender pues enlaza con nuestras experiencias pasadas, cultura y educación.
La INTROSPECCION se aprende y se practica al principio tal vez tenga que ser acompañada pues encontraremos sensaciones que debemos contrastar con quien pueda realizar un acompañamiento sutil y humilde, compasivo. En la madurez del proceso encontraremos siempre en la INTROSPECCION al mejor consejero para alcanzar un alto grado de autoconocimiento.
Para ser nuestro mejor amigo, para ser amigo de uno mismo, para enamorarse de uno mismo me tengo que conocer, pues nadie se enamora de lo que no conoce y la INTROSPECCIÓN sería entonces como la autopista que nos conduce.