Comienza una etapa en la vida en que tu aspecto físico te importa mucho menos que antes, no así tu salud, que comienza a tomar protagonismo.
Del cuerpo nos ocupamos poco en occidente, sólo lo hacemos por dos motivos, por estética y cuando enferma.
Le prestamos atención por que queremos mejorar su aspecto, incluso transformarlo, el que nos ha dado la naturaleza no nos place al no ser conforme con los cánones estéticos extendidos y que denominamos moda.
Le prestamos atención cuando enferma y nos quejamos de su comportamiento, que nos impide desarrollar nuestras actividades profesionales y privadas. ¡Es un lata cuando el cuerpo enferma!.
Durante las últimas décadas hemos puesto una mirada más integral en el cuerpo y nos ocupa y preocupa. Tener un cuerpo sano y atlético se ha puesto de moda y las oleadas de deportistas avanzan como mareas movidas por eventos multitudinarios en los que exhibir nuestras capacidades físicas en verdaderas ordalías en muchas ocasiones.
Pese a todo, el cuerpo no es atendido, no se le presta atención. El cuerpo es el único que no se puede marchar del presente, las emociones vienen y van, los pensamientos también, e incluso las mociones espirituales también pueden ir y venir a nuestra vida, pero el cuerpo, el cuerpo está siempre en el ahora, no sabe de futuro o pasado.
Como materia o energía en una frecuencia baja de vibración solo vive en el presente y es el primero en que se manifiestan las emociones como han demostrado los neurocientíficos.
Atender al cuerpo es atender al presente. Quien pone su atención al cuerpo pone su atención al presente.
El cuerpo está dotado de un mecanismo de vida que no es otra que la respiración. Aprender a respirar de manera consciente, hacer consciente la respiración e, incluso, contar respiraciones, es, se ha verificado como un herramienta que aporta bienestar, aquieta la mente y nos prepara para escuchar lo que nuestro propio cuerpo nos dice y nos anticipa.
Saber escuchar al cuerpo, atender al cuerpo y los mensajes que envía es una tarea que debemos aprender todos.
A partir de los 50 una empieza a ocuparse del cuerpo. Hacerlo con inteligencia y eficacia es una meta que nos podemos marcar y que la neurociencia nos confirma como necesaria para un mayor bienestar y felicidad y, sobre todo, salud.
Aprendamos a escuchar al cuerpo. Silencio, respira, centra tu atención por unos minutos en tu respiración…escucha…sí, está ahí..,esperando a que le prestes atención es el Templo como en la cultura cristiana se denomina, el Templo del Espíritu, contiene todo lo que consideras que eres, tus recuerdos y memoria, sus capacidades y actitudes, sus sentidos, en fin, todo lo que eres. El cuerpo es realmente en el presente quien te representa. ¿Sabes que te está comunicando?. ¿Sabes como comunicarte con él?.
Aprender a comunicarse con el cuerpo de manera consciente será una de la tareas futuras de toda persona que pretenda vivir más y mejor.