La historia que escribo a continuación, tiene un contenido tan importante, que sólo me atrevo a copiarla. No necesita nada más.
“El águila es una de las aves de mayor longevidad. Llega a vivir 70 años. Pero para llegar a esa edad, en su quinta década tiene que tomar una seria y difícil decisión.
A los 50 años, ya sus uñas son tan largas y flexibles, que no puede sujetar a las presas con las que se alimenta. El pico alargado y en punta, se curva demasiado y ya no le sirve. Apuntando contra el pecho están las alas, envejecidas y pesadas por el gran tamaño de sus plumas, y para entonces se vuelve muy difícil volar.
Tiene solo dos alternativas, no hacer nada y morir …. o enfrentarse a un poderoso proceso de renovación que le llevará aproximadamente 5 meses. Ese proceso consiste en volar a lo alto de una montaña y recogerse en un nido, en una pared vertical de roca que le da seguridad. Entonces comienza a golpear la roca con el pico ¡hasta arrancarlo!. Luego espera que le nazca un nuevo pico para arrancar sus viejas uñas inservibles. Cuando las uñas vuelven a crecer, se quita todas y cada una de sus viejas plumas. Sólo en ese momento, después de unos meses de decisión y esfuerzo, logra realizar su famoso vuelo de renovación, renacimiento y puesta al día para vivir otros años más en actividad.”
Espero que estéis de acuerdo que era primordial leer y pensar para reconocer que después de una primera etapa de la vida que llega hasta los 50, 60 o más años, y para vivir hasta los 85 años – actual esperanza de vida en nuestro país – con nuestra capacidad profesional integra, necesitamos como el águila resguardarnos, meditar y transformarnos, para ser capaces de recomenzar nuestra segunda vida con nuevos bríos y esperanzas.