El aumento de la longevidad, es decir una vida más larga, libre de discapacidad, en promedio, es una tendencia que está entre nosotros y tendrá efectos de gran calado en nuestras sociedades.
De la misma forma que ha ocurrido con la desaparición de barreras entre zonas económicas, la globalización de los mercados y la generalización de Internet, vivir más años obliga a replantearse muchas cosas.
No podemos caer en la falta de humildad de pensar que el ser humano ya domina las variables demográficas, pero tampoco organizar nuestras vidas como durante la primera mitad del siglo XX, en que tras años de trabajo, las personas se jubilaban con 65 años aproximadamente y les quedaba poco recorrido vital, pues la esperanza de vida era más corta.
FUENTE: INE, Eurostat, ONU y CSIC.
Hace pocos días un consultor me reconocía que para actividades de componente intelectual, puede considerarse que no hay barrera de edad y que en todo caso antes de los 85 no se es mayor. Una circunstancia que queda probada por tantos escritores, creadores, investigadores que publican y están presentes sin que la edad sea un problema.
[dt_sc_blockquote type=”type1″ align=”center” textcolor=”#2f7cbf”]Uno de los cambios hacia los que nuestra sociedad debe ir es a tener una percepción distinta de la edad.
[/dt_sc_blockquote]Los cambios en este sentido son de gran calado. Un niño que nace hoy en un país occidental avanzado, tiene el 50% de probabilidades de llegar a vivir 105 años. Alguien que hoy tenga 60 años tiene una alta probabilidad de llegar a los 90 o más.
La prolongación de la vida, es un éxito social, del progreso de la ciencia y de la técnica, pero hay que saber gestionar la nueva situación.
Hace pocos años un texto de varios autores franceses puso de manifiesto esta situación, sin que la realidad les haya desmentido (1).
Lo importante de la tendencia demográfica que aquí se comenta, no es tanto la descripción de una prolongación de la vida, sino las consecuencias que todo ello tiene para las etapas anteriores, en especial las intermedias.
Con una esperanza de vida que tiende a los 100 años, no pueden mantenerse situaciones como las actuales en que se considere que quien ha cumplido 50 años ya no es atractivo para el mundo laboral y debe retirarse.
De ahí que las personas deban formarse constantemente, “mantenerse al día”, adoptar una actitud proactiva que les haga vivir los cambios tecnológicos y del entorno con espíritu positivo, aprovechando las oportunidades.
Es previsible que algunos factores, de forma lenta pero continuada favorezcan a los de más edad. En primer lugar las mismas tecnologías, superadas ciertas barreras, facilitan muchas funciones.
Por otro lado nos hallamos ante la consolidación social de la actitud emprendedora, tanto dentro de las empresas, como y principalmente, fuera de ellas. Dicha generalización de la voluntad de emprender nos permite hablar del concepto de “planeta emprendedor” es un fenómeno que se extiende, sin distinción de fronteras.
Se trata de una actitud, de un inicio, ante el que todo profesional que se precie, debe estar atento y formarse.
En las agendas políticas de corto plazo estos temas ocupan poco lugar, pero conviene tener una actitud vigilante siempre, a todas las edades, incluso los muy jóvenes.
Al profesor de economía de Harvard, John Kenneth Galbraith, cuando seguía publicando con gran éxito sus libros, próximo a los 90 años, ante preguntas de porqué seguía escribiendo con esa edad, recomendaba reaccionar con determinación y poner de manifiesto la falta de madurez de quien hacía la pregunta.
Un ejemplo reciente de estas situaciones lo tenemos en una entrevista (2) muy reciente al premio Nobel de Medicina, Richard J. Roberts de 72 años de edad, cuando el periodista inicia la conversación con la pregunta:
¿Alguna lección para compartir tras una vida como investigador biomédico?
Y el premio Nobel responde: “Oiga que yo sigo investigando. No me jubile aún”.
De todo lo anterior se desprende que es necesario un cambio y que la formación a lo largo de todas las etapas de la vida no es una opción más, sino una necesidad indiscutible.
Autor: Joaquín Solana
[dt_sc_hr](1) Closets, F.; Rösnay, J.; Servan-Schreiber, J. L.; Simmonet, D. (2006) Una vida extra. La longevidad, un privilegio individual, una bomba colectiva. Barcelona. Editorial Anagrama
(2) Amiguet, LL. (12/7/2016) La Vanguardia. Pág. 60, “La Contra: Entrevista a Richard J. Roberts, premio Nobel de Medicina y miembro del jurado de los Premios Jaime I”.