
Esta afirmación creo que puede entenderse de dos formas muy importantes. La primera de ellas se referiría al hecho de que la situación y futuro que nos espera, siempre que no cambiemos nuestras actitudes actuales, serán los mismos que nos han sucedido en el pasado.
Pero el segundo sentido es precisamente que si aprendemos del pasado y cambiamos nuestras decisiones, el futuro puede ser exactamente como buscamos.
Es decir, si hoy nos encontramos en una situación difícil, desagradable y sin esperanzas de futuro, debiéramos pensar en introducir algunos cambios si queremos que todo mejore.
¿Hemos tratado tímidamente de buscar una solución y nos hemos desanimado de continuar haciéndolo? o peor aún, ¿Nos hemos limitado a esperar que alguien nos ofreciera una solución y nos pusiera delante de nuestra cara un futuro tranquilizador, brillante o prometedor, como aparece en algunas de las mas azucaradas películas americanas?
Más aún, ¿Como estamos ahora después de haber tomado esa actitud de espera inactiva?
¿Nos encontramos desesperados viendo que no controlamos en absoluto nuestro futuro y que la simple espera no mejora, en todo caso, empeora nuestras expectativas? ¿Nos sentimos deprimidos y cada vez pensamos que no valemos para nada, que el mundo se las arregla muy bien sin nuestra participación, que cada día es igual que el anterior y que el siguiente y que no tienen ningún objetivo? ¿Hemos perdido el sentido de nuestra vida? ¿Ya no nos atrevemos a hacer nada porque, en primer lugar no sabemos que hacer, y en segundo lugar pensamos que todo lo que hagamos saldrá mal?
Yo os aseguro que nada de esto es cierto, cada uno somos un ser irrepetible, con unos conocimientos o aptitudes mejores que mucha de la gente que nos rodea, y también con muchas deficiencias, pero todo depende de nuestra actitud, QUERER ES PODER.
Debemos hacer, por nuestra parte, todo lo que humanamente sea posible, poner todas nuestras facultades en marcha para sentirnos mejor, para influir positivamente en nuestro entorno, para notar que estamos vivos.